REVERSIÓN DE LAS RELIQUIAS DE LOS SANTOS NIÑOS

El 7 de marzo de 1568 procedentes de Huesca, las reliquias de los Santos Niños hacen su entrada triunfal en Alcalá de Henares.


Publicado 06-03-2021



El 7 de marzo de 1568 procedentes de Huesca, las reliquias de los Santos Niños hacen su entrada triunfal en Alcalá de Henares.

En el año 305 dos niños, Justo y Pastor, de 7 y 9 años respectivamente, fueron martirizados a las afueras de la ciudad de Complutum, por no renunciar a su Fe en Jesucristo.

Sus cuerpos fueron sepultados en el mismo lugar del martirio y los cristianos complutenses levantaron sobre la tumba una «cella martyris», un pequeño altar con techo, para celebrar ahí los aniversarios del martirio, más o menos clandestinamente hasta el decreto del emperador Galerio sobre la libertad religiosa, en el año 311.

Con la invasión de los alanos en Complutum en 409, los cuerpos de los Santos Niños fueron enterrados en el suelo de la «cella martyris» y, más tarde, el edificio fue destruido a causa de las batallas.

Cinco años después, en el 414, el obispo de Toledo Asturio Anulino redescubrió los restos de los mártires e hizo levantar una nueva construcción en el lugar de la antigua capilla.

Cuando los musulmanes invadieron la ciudad de Complutum en el año 714, por temor a posibles profanaciones, los cuerpos de nuestros Santos Mártires fueron trasladados, primero a Narbona, y poco después al valle de Nocito, en la provincia de Huesca. La tradición dice que la persona que los trasladó fue San Urbicio. Estuvieron en ese valle hasta el año 1514 en que fueron trasladados hasta el Monasterio Benedictino de San Pedro el Viejo de Huesca.

Después de la conquista de los cristianos de la fortaleza árabe de Al-kal’a en Nahar, y la concesión de la villa de Alcalá de Santiuste al Arzobispado de Toledo, se intentó de todas las maneras posibles que volvieran a Alcalá las reliquias de los Santos Niños mártires. Pero el Obispo de Huesca se negaba a tal acontecimiento, pues eran unos santos muy venerados en esa ciudad.

Tuvo que interceder el propio rey Felipe II, exigiendo de inmediato cumplimiento al Obispo de Huesca que dejara trasladar las reliquias de los San Justo y San Pastor a la villa de Alcalá.

Ante tal exigencia regia, el Obispo de Huesca no se pudo negar y en enero de 1568 salieron de Huesca parte de las reliquias.

La última parada de la peregrinación fue en la villa de Meco, que estuvieron quince días.

Y tal día como hoy de 1568 las reliquias de los Santos Niños hicieron su entrada triunfal en Alcalá de Henares.

A las nueve de la mañana salieron de la iglesia Magistral una comitiva encabezada por una «suiza», es decir, una columna de cuatrocientos soldados a caballo con arcabuces, camino del prado de la Esgaravita, llevando con ellos seis tamborileros y dos pífaros, personas que tocan un pífaro, es decir, un flautín de tono muy agudo. Les siguieron doscientos veinte pendones de las cofradías de Alcalá y su tierra, ciento treinta y seis cruces, todas de plata, y un gran número de músicos y danzarines. Junto a las cofradías, había más de mil quinientas personas portando hachas, cirios grandes y velas.

Mientras que esta procesión iba al encuentro con las Santas Reliquias, el Cabildo de la iglesia Magistral junto a maestros, doctores, alumnos de la Universidad, sacerdotes y religiosos les esperaron en el túmulo bajo el humilladero que habían preparado a unos doscientos pasos extramuros de la Puerta de Guadalajara, actualmente plaza de los Mártires. Tanto el túmulo como la Puerta de Burgos estaban ricamente adornados.

Para tal acontecimiento vinieron a Alcalá, entre otros, el príncipe Juan Andrea de Oria, el Príncipe de Urbino, el Duque de Medina de Rioseco, el Marqués de Poza y don Diego de Córdova, Primer Caballerizo de su Majestad. También estaba la Princesa de Éboli junto a otras señoras de la corte. El rey Felipe II había sido invitado, pero escribió una carta al Abad de la Iglesia Colegial de San Justo y Pastor excusándose por no poder asistir a este grandioso acontecimiento.

Cuando llegó la comitiva a la Puerta de Burgos hubo una pequeña representación de teatro: un ángel custodio con unas llaves en la mano dio la bienvenida a los Sagrados Cuerpos de Justo y Pastor. También les ofreció las llaves de la villa en señal de gobierno y les pidió que cuiden de su pueblo, que de nuevo les tomaba como patrones.

Acabada la representación, el Gobernador y otras autoridades tomaron las andas e hicieron la entrada triunfal de las reliquias de los Santos Niños Justo y Pastor en su querida villa de Alcalá de Henares por la Puerta de Guadalajara, que a partir de ese momento se conocerá como la Puerta de los Mártires. Los arcabuceros de la suiza dispararon salvas en honor a los Santos Mártires de Alcalá.

Luego llegaron a la fachada del Colegio de los Jesuitas donde hicieron otra parada.

Más tarde se trasladaron al Colegio Mayor de San Ildefonso, pasando los las puertas del Convento Franciscano de Santa María de Jesús y del Colegio Menor Trilingüe, que en esa época estaba en la actual plaza de San Diego, frente a la fachada de la Universidad. Tanto las fachadas del Convento como los dos Colegios estaban ricamente adornadas con tapices y dibujos. En la puerta del Colegio Mayor se pararon para escenificar una nueva representación teatral, pero no se pudo terminar porque no se oía nada por la aglomeración de gente que había en la calle.

La procesión salió del Colegio Mayor de San Ildefonso y el recorrido que hicieron a partir de ese punto fue: saliendo al mercado se dirigieron a la calle Mayor que estaba toda ella entapizada por dentro de los portales, e incluso las columnas estaban cubiertas. Allí, en mitad del recorrido de la calle, los mercaderes colocaron un bello arco adornado. Después de pasar por el arco se dirigieron por la calle de las Verduras, actual calle San Felipe Neri, hacia la plaza de Palacio, girando hacia la calle de San Juan de la Penitencia, donde habían colocado una gran nube redonda que simboliza el cielo, donde, debajo de ella, se iba a representar el martirio de los Santos Niños, pero por falta de tiempo, ya que estaba oscureciendo, no se pudo realizar.

Llegaron a la lonja de la iglesia de Santiuste donde se iba a realizar otra representación pero tampoco se detuvieron.

Dentro de la iglesia Magistral, que estaba ricamente adornada con tapices de Flandes que el propio rey Felipe II había prestado para tan digna ocasión, colocaron el arca encima de un elegante templete sostenido por doce columnas de jaspe y pórfido, que es una roca compacta y dura de color oscuro y con cristales de feldespato y cuarzo, que el Cabildo ha colocado en la capilla mayor. Una vez colocada la urna es este templete, los cantores de la real capilla de Felipe II entonaron un himno de acción de gracias.

Con ese canto concluyó esa bella y emotiva entrada triunfal de las Santas Reliquias de los Santos Niños en su villa de Alcalá de Henares.

Por: Juan Mª Martínez Casado

 

 



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