PRIMERA COMUNIDAD Y ABADESA DEL MONASTERIO CISTERCIENSE DE SAN BERNARDO

El 27 de febrero de 1626 el cardenal Zapata aprueba la elección que hizo en su día Bernardo Sandoval y Rojas sobre la primera Abadesa y designa al conjunto de religiosas que formaron la primera comunidad del Monasterio Cisterciense de San Bernardo.


Publicado 26-02-2021



El 27 de febrero de 1626 el cardenal Zapata aprueba la elección que hizo en su día Bernardo Sandoval y Rojas sobre la primera Abadesa y designa al conjunto de religiosas que formaron la primera comunidad del Monasterio Cisterciense de San Bernardo.

Ante todo, hay que saber que desde el año 1129 hasta el 1837, es decir, setecientos ocho años, la primero villa y luego ciudad de Alcalá de Henares perteneció al Arzobispado de Toledo. Y el Arzobispo de Toledo, como Señor de Alcalá, podía hacer en Alcalá lo que quisiese.

Después de la Constitución de 1812 siguió perteneciendo al Arzobispado de Toledo, pero el Arzobispo ya no era el Señor de Alcalá y por tanto ya no elegía al Ayuntamiento, y la autoridad pasó al Alcalde y al Jefe Político de la Provincia, el actual Gobernador Civil. Alcalá de Henares dejó de pertenecer al Arzobispado de Toledo en 1885, al crearse el Obispado de Madrid-Alcalá.

En 1617 el arzobispo de Toledo era Bernardo Sandoval y Rojas, tío del Duque de Lerma, el Valido del rey Felipe III.

En enero de ese año, 1617, este Arzobispo se reunió con el Concejo, el antiguo Ayuntamiento, para informales que quería fundar un monasterio de monjas cistercienses bajo la advocación de San Bernardo, pero les dejaba que eligieran el sitio más adecuado, sabiendo que a él le gustaría que fuese cerca de su Palacio. El Concejo vio el cielo abierto, pues el barrio que estaba al lado de Palacio era el antiguo barrio morisco llamado Almanxara, un barrio húmedo, con casi todas las casas abandonadas pues hacía 8 años que los moriscos habían sido expulsados de Castilla. Y se lo ofrecieron como mejor ubicación para su monasterio. El Arzobispo quedó encantado y a partir de ese momento el arzobispo llamaría a este monasterio «su obra».

Pues para «su obra» buscó a los mejores de la época: como tracista, actual arquitecto, a Juan Gómez de Mora, que cuando le contrató estaba haciendo la Plaza Mayor de la villa de Madrid. Y como alarife, que es una mezcla de aparejador y maestro de obras, al alcalaíno Sebastián de la Plaza.

El arzobispo Bernardo Sandoval y Rojas quería ver acabada su obra lo antes posible y tres meses después de esta reunión, en abril de 1617, ya pusieron la primera piedra.

El Arzobispo nunca tuvo buena salud y un año después de poner la primera piedra, en abril de 1618, firmó su testamento dejando dinero suficiente para que se terminaran las obras de este monasterio si el fallecía antes.

Y un mes después, en mayo de 1618, el propio arzobispo Bernardo Sandoval y Rojas redactó las Constituciones del Monasterio y con su firma se puede decir que fundó el Monasterio, aunque todavía no habían entrado a vivir las monjas.

Daba la impresión que ya se lo habían dicho, y en diciembre de ese año, 1618, falleció sin ver concluida «su obra».

El problema surgió después, pues su albacea, Luis de Oviedo, que tenía que continuar la obra del monasterio, era un poco tacaño en eso de soltar el dinero y la retrasó durante ocho años.

Y llegamos al año 1626.

Sabemos que don Bernardo Sandoval y Rojas había escogido a una monja del Monasterio Cisterciense de la Concepción Bernarda del pueblo de Vallecas como Madre Abadesa para su Monasterio. Esta monja se llamaba Petronila de la Cadena.

Y tal día como hoy de 1626 el cardenal Antonio Zapata y Cisneros, Administrador del Arzobispado de Toledo durante la minoría de edad del Arzobispo titular, el cardenal infante Fernando de Austria, aprobó, por medio de una carta a la Abadesa del Monasterio de la Concepción Bernarda del pueblo de Vallecas, la elección que hizo en su día Bernardo Sandoval y Rojas sobre la primera Abadesa y designó al conjunto de religiosas que formaron la primera comunidad del Monasterio Cisterciense de San Bernardo.

Las religiosas fundadoras, que llegaron a Alcalá en marzo de 1626 desde el pueblo de Vallecas, fueron Petronila de la Cadena, que fue la primera Abadesa, María de Alarcón, María Magdalena, María de la Cadena e Inés de Jesús, todas ellas monjas profesas. Y trajeron con ellas a Cathalina del Rincón, freila profesa.

Hay que decir que una «freila» era una monja profesa igualmente pero que estaba exenta de coro, es decir, que no tenía la obligación de rezar todas las oraciones canónicas de las monjas profesas, y que a cambio servía a la comunidad en los trabajos caseros.

Por: Juan María Martínez Casado



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