En 1118 el Arzobispo de Toledo
don Bernardo conquista definitivamente Alcalá, siéndole otorgada la villa y
alfoz con carácter de donación real. En 1138 se menciona la “ecclesia sanctorum
Yusti et Pastoris”. En el siglo XIII don Rodrigo Jiménez de Rada reedifica el
templo de los Santos Niños, construyendo en su entorno las dependencias
arzobispales, por lo que el templo es conocido como Capilla de los arzobispos
de Toledo.
En el siglo XV el Arzobispo
Carrillo decide la construcción de una Iglesia en este mismo lugar con
dimensiones catedralicias, obra que será continuada por su sucesor el Cardenal
Mendoza, perteneciente a una gran familia noble muy interesada por las nuevas
corrientes renacentistas italianas. Se trata de una iglesia de organización
medieval gótica posiblemente de ladrillo, con técnicas mudéjares, de la cual
hoy no tenemos más que los documentos de pago a los alarifes por parte de los
cardenales Carrillo y Mendoza.
Pero será con el Cardenal
Cisneros con quien la ciudad de Alcalá conocerá su época de mayor esplendor. La
fundación de la Universidad de Alcalá consolidará un segundo núcleo urbano
situado al este de la Iglesia. La gran reforma que Cisneros acomete en la
Iglesia de los Santos Niños se desarrolla en dos fases, de 1497 a 1500 y de
1501 a 1516, ambas dirigidas por los arquitectos Antón y Enrique Egas,
acompañados por el alcalaíno Pedro Gumiel como maestro de obras. En estas obras
se derriba, probablemente, la edificación anterior de la que se mantienen
únicamente la capilla subterránea de los mártires y la capilla funeraria
gótico-mudéjar del bachiller Pedro López o del “tránsito”.
Se construye un templo más amplio
en el estilo conocido como “Cisneros”, con influencia mudéjar y motivos
decorativos acordes con las nuevas tendencias renacentistas. Posee también
elementos retardatarios del gótico, como puede observarse en la fachada hastial
o de los pies de la Iglesia, que en este caso es la principal. La Iglesia es de
una sola nave con girola en el presbiterio, con coro opuesto al altar mayor
como es frecuente en las catedrales españolas, aunque parece ser que se
pretendió que fuera elevado a los pies del templo, siguiendo el modelo reciente
de los Reyes Católicos en San Juan de los Reyes de Toledo. El exterior presenta
paramentos compartimentados por contrafuertes y dejar ver la influencia mudéjar
en lo decorativo. En la zona sur de la Iglesia se construyen el claustro, la
sala capitular y la sacristía. El interior del templo es ornamentado con
importantes obras de los mejores artistas del momento. El Retablo Mayor
-tristemente desaparecido- era obra de Felipe Bigarny, gran escultor perteneciente
al grupo de artistas que trabajaron para los Reyes Católicos. Juan Francés
realizó la rejería de la Iglesia de la que aún pueden verse hermosos
ejemplares.
El Cardenal Cisneros consiguió
para la Iglesia de los Santos Niños el título de “Magistral” en 1519. Como es
bien sabido, esta dignidad sólo la disfrutan dos iglesias: la de San Pedro en
Lovaina y la de Alcalá. En la actualidad el templo complutense comparte este
título con el de “Catedral”, al ser la sede del Obispo diocesano.
En los siglos XVII-XX el templo
no sufre transformaciones importantes. Pero sí lo son las intervenciones del
arquitecto segoviano Cabello Lapiedra a comienzos del siglo XX (1902-1932):
derriba las casas y las capillas anexas a la fachada norte del edificio así
como las existentes en la girola, con el “fin” de unificar y dejar exentas las
fachadas tanto interior como exteriormente. A comienzos de la Guerra Civil
española el templo es incendiado sufriendo un terrible deterioro. Hasta el año
1947 no se inician los trabajos de reconstrucción -programa de Regiones
Devastadas-, centrándose en las bóvedas, la girola y la torre.
En la actualidad, tras la restauración de la Diócesis de Alcalá en 1991, la Iglesia Magistral es también Catedral, siendo la única catedral gótica de la comunidad de Madrid.